martes, 5 de noviembre de 2019

CRÓNICA ULTRA TRAIL GRAN VUELTA DEL GENAL 2019

La carrera

Posiblemente estemos ante el mejor ultratrail de Andalucía por lo que si estás buscando información para esta carrera ya sabes que sí merece la pena pagar la inscripción.

La primera vez que alguien me dijo que en una ultra de 130 kms no había ni un solo kilómetro recto pensé que era una exageración, pero no, no era exageración todo es subir y bajar. La idea es ir recorriendo, conociendo, los antiguos caminos que unían todos los pueblos del Valle del Genal.

No es una carrera técnica, de hecho solo hay 5 kms técnicos, pero es muy dura no la recomendamos como primer contacto con el mundo de las ultras ya que es muy exigente por el desnivel acumulado que tiene. Lo repetimos de nuevo, si es tu primer contacto con las ultras quizás no sea la más adecuada a no ser que tu preparación haya sido metiendo suficiente desnivel, esta carrera no es técnica pero o llevas bien entrenado las subidas o sufriras bastante.

Recorrerás el Valle del Genal en la época de la recogida de las castañas pasando por bosques que se conocen como el Bosque de Cobre por el color característico del Otoño y pasando en algunas partes por una alfombra de "erizos" de las castañas. 

Saldrás con una sonrisa y la seguridad de que al año siguiente querrás repetir. Me he olvidado de una cosa más: cariño, esta prueba se hace con cariño y eso se nota.

El recorrido

Desde el 2018 existen dos distancias: la ultra de 130 kms y las 100 millas. Ambas discurren por el Valle del Genal por senderos corribles en un 90% pero con subidas que mellarán tu aguante. Tiene la gran particularidad de que cada año empieza en un pueblo diferente por lo que cada año la estrategia de carrera es totalmente diferente.

Organización

Normalmente aquí pondríamos lo que está bien y lo que hay que mejorar...realmente todo está bien, avituallamientos(el año pasado si hubo fallos en algún avituallamiento), balizaje, voluntarios...

Por poner algo a mejorar diríamos que en la bolsa del corredor estaría bien un vale por un bocata de lomo y una bebida para la llegada.

Nuestra carrera

Este grupo de amigos se volvió a unir con el objetivo de preparar los 101 kms de Ronda, tras esa prueba cada uno hizo lo que pudo, o quiso, aunque siempre elegíamos una ultra, o dos, al año para asegurarnos tener una excusa para quedar una vez al fin de semana para trotar por los caminos y desayunar juntos. Cuando nos apuntamos a este trail pensábamos que iríamos mucho mejor preparados pero la realidad fue muy distinta. De los tres integrantes de Aborigen Trailrun que iríamos a la prueba solo uno había hecho los deberes, los otros dos por circunstancias varias íbamos muy cojos de entrenos. Decir muy cojos es un eufemismo de como realmente íbamos.

Allí estábamos a las 5:50 en el cajón de salida, emocionados y alegres esperando la arenga de Chito. Nuestro plan era muy simple; llegar antes de los cortes a los avituallamientos y si el terreno lo permitía ir sacando algo de colchón poco a poco pero sin forzar la máquina en ningún momento ya que posiblemente esta era la ultra que peor habíamos preparado dos de nosotros.

Mientras el sol no salía íbamos bien rascando un poco de tiempo en cada avituallamiento. Así iban cayendo los pueblos, Gaucín, Corchas,Genalguacíl, Jubrique, A partir de aquí la cosa se empezó a complicar por el calor. Nos tocaba la subida al Jardón en pleno calor, íbamos por el lindero del cortafuegos buscando algo de sombra. A las cinco y cuarto de la tarde, once horas y media de carrera, llegamos a Pujerra (km 54) apenas llevábamos 1 hora de colchón. Allí nos encontramos a Pepe de los Nocturnis que estaba animando y nos comentó que delante nuestra iban Paco y Antonio de los Nocturnis que participaban en las cien millas. Iban atrasados porque Paco había sufrido una torcedura de tobillo. A partir de aquí la cosa mejoraba ya que dejaba de apretar el sol.

La idea seguía siendo la misma, trotar en las zonas fáciles y mantener el ritmo ultrero en el resto, seguían pasando los pueblos Igualeja, Parauta y Cartajima donde llegamos a las 22:44:00, 16 horas y 44 minutos de carrera, la noche hacía tiempo que había caído y la cosa no iba todo lo bien que deseábamos aunque llevábamos casi dos horas de colchón. Ahora venía la subida a los Riscos, una vez en el avituallamiento de los Riscos vino mi primer bajón mental. El años pasado debido al mal tiempo habían quitado la zona de los Riscos y no la conocía. Una vez allí veo a unos corredores que salen por una valla y se van dirección Júzcar. Entiendo entonces que es un bucle cerrado, nos van a hacer un recorrido técnico para volver al mismo sitio en el que estamos. Nos pusimos las chaquetas y comenzamos el recorrido por los Riscos, en la subida mis compañeros iban fuertes y yo iba jugando al fútbol con las piedras no dejé una sin darle una patada. Por fin llegamos al punto más alto y ya era solo bajar por sendero técnico hasta el mismo avituallamiento de los Riscos. Una vez allí me quité la mochila para hacer el cambio de pilas del frontal que hacía tiempo me estaba avisando. Juan me dijo que no me parara que le habían dicho que Juzcar estaba ya ahí al lado a menos de 2,5 kms...venga ya con "está ahí al lado", aquello era una bajada infernal muy técnica en la que recuerdo, al menos, tres pasos con cuerdas. Veíamos Júzcar ahí al lado pero a la vez muy lejos y las horas iban cayendo. Por fin salimos de aquella bajada y apretamos el ritmo porque dudábamos de entrar dentro del corte, nos habíamos comido todo el colchón en el tramo Cartajima-Júzcar. Llegamos a las 2:00:00 a sólo 15 minutos del corte. Tras salir de Júzcar hicimos reunión de equipo para ver que hacíamos, nos habíamos comido todo el colchón de tiempo, yo había tenido una buena pájara en los Riscos y mi compañero Pedro estaba acusando sus turnos de trabajo por la noche de la semana anterior y llevaba tiempo con sueño. Decidimos seguir, apretar el rimo e intentar volver a recuperar algo de colchón. Ya nos habíamos quitado de encima El Capitán, El Jardón y los Riscos así que alguna posibilidad teníamos de recuperar tiempo además que en esa noche tocaba el cambio de hora. En Faraján llevábamos 90 kilómetros y 20h y 35 minutos de carrera habíamos conseguido una hora de colchón en algo menos de 13 kilómetros. Conocía lo que venía ahora, una bajada impresionante al poco de salir de Faraján y una subida muy, muy larga para llegar a Alpandeire. El plan era el mismo seguir a ritmo ultrero apretando donde  pudiéramos apretar. Realmente la subida a Alpandeire se me hizo menos dura de lo que recordaba pero seguíamos igual de mal, habíamos llegado a las 4:40:00, cincuenta minutos sobre el corte cuando en nuestra previsión aquí sacábamos 3 horas al corte. La cosa se empezaba a complicar. Tras Alpandeire  vinieron cuestas trotables que hicimos andando aunque a cambio hicimos la subida a Atajate a muy buen ritmo. Entre Alpandeire y Atajate empecé a notar algo de pesadez de estómago y el agua me daba algo de fatiga. Nada más llegar a Atajate pedí un café y al primer sorbo salí disparado al baño para aliviar la barriga. Tras salir de este avituallamiento de nuevo reunión de equipo. Estábamos en el kilómetro 103 y llevábamos veinticuatro horas y media de carrera, a solo media hora del corte.

Nos quedaban  siete horas y media y 27 kilómetros, puede parecer un ritmo poco exigente pero es que cada pueblo tenía una subida de, al menos, 2 kilómetros y  aún nos quedaban 4 pueblos con sus 4 subidas. La única forma de conseguir ese ritmo era trotar alegre en las bajadas y por lo menos yo no estaba ya para muchas alegrías. Al ritmo que llevábamos podría seguir todo el día si era necesario pero aumentar el ritmo trotando en bajadas de 3 kilómetros no lo veía factible. Juan estaba muy fresco ya que se había preparado la prueba a conciencia y el motivo de ir tan atrás era simplemente por acabar la prueba en equipo, pero aquí llegaba el momento de separarnos. Juan se iría corriendo hacia la meta y Pedro y yo nos íbamos a limitar a trotar suave y a llegar a Benadalid ya veríamos que hacíamos.

Juan llegó a meta a las cuatro horas de separarnos por lo que se zampó los 27 kilómetros en 4 horas. Pedro y yo tardamos 3 horas en llegar a Benadalid, era el kilómetro 114 y eran las 9:30, habíamos llegado 15 minutos después del corte.... allí acabó nuestra aventura a 16 kilómetros de meta.

La llegada a Benadalid es un ejemplo de lo que es esta carrera. Tras subir a la altura del pueblo y verlo ahí delante tuya resulta que no, que aún te queda volver a bajar todo lo subido para volver a subirlo. Esa sensación de ver el pueblo a escasos metros y que el sendero te desvía a la derecha y otra vez hacia abajo...eso te pasaba varías veces a lo largo de la carrera y cuanto más bajabas más sabías que tendrías que subir en algún momento.

Creo que dijimos unas 30 veces durante la carrera que esta sería nuestra última carrera, pero allí en Benadalid con una media sonrisa en la cara  y veintiocho horas y media en nuestras piernas sabíamos que era mentira.

Cuanto más lejana está la carrera menos recuerda uno el dolor de las ampollas o el dolor de las uñas en las bajadas, cuanto más lejana la carrera mas incompresible parece no haber salido por patas de aquel avituallamiento a completar esos 16 kms en esas algo menos de tres horas y media que teníamos, pero la realidad es tozuda y la realidad es que nuestra aventura acababa allí. Nuestro entrenamiento no nos habría permitido imponer el ritmo necesario.

lunes, 11 de marzo de 2019

Crónica Bandolerita 2019

La carrera

Se desarrollan dos carreras la corta llamada Bandolerita que este año ha sido de 81 kms, 84kms nos ha salido a nosotros, y la larga que se llama Cien Millas Sierras del Bandolero (CMSB) aunque para mí siempre será Ultra Trail Sierras del bandolero de hecho cuando consiga hacer la larga esas serán las siglas que me tatúe...UTSB.


Hablaremos de la Bandolerita que es la que nos ocupa, es una carrera dura, técnica en más de un 80% de su recorrido y asequible para poderla acabar sin correr ya que dan 25 horas. Para ahorrarte lectura, si has llegado a esta crónica buscando saber si merece la pena pagar la inscripción la respuesta es SÍ, por recorrido, por organización, por voluntarios y por la gente que te vas a cruzar en cada pueblo y en cada camino. Los peros que te podemos decir: las inscripciones de la Bandolerita vuelan por lo que deberás estar muy atento al día de apertura de inscripciones. El tiempo suele ser malo o muy malo este año nos ha respetado pero no es lo habitual y por último comentarte que cuando decimos que la carrera es técnica es que es técnica por lo que si no estás muy acostumbrado a ese tipo de terreno mejor empezar por otra carrera antes que esta. Resumiendo hay que estar atentos a las inscripciones y hay que estar preparado para que te toque un año malo de lluvia y frío por terreno muy técnico si no es así hay mejores alternativas que esta carrera.

El recorrido



El perfil está tomado de la página de la organización que es el Club de Senderismo Tritón de Prado del Rey. El track está en su página pinchando aquí.


 Estamos hablando siempre de Bandolerita 2019.

Organización

Como hemos dicho la organización lleva a la vez dos distancias la larga con un tiempo de 42 horas de cierre y la corta con un tiempo de 25 horas de cierre. Hace dos años hubo algunos avituallamientos muy faltos, por no decir sin nada, para los que llegaron de los últimos y hace tres años, también participando en la larga que entonces eran 155 kms, noté que la parte de Boyar a Villaluenga se balizó sin tener en cuenta la cantidad de niebla que nos tocó aquel año, es decir, no es que no hubieran balizas es que no se veían al no ser luminosas.

Este año 2019 los avituallamientos han sido muy buenos, quizás en los dos primeros faltó algo de frutos secos o unos dátiles, la señalización perfecta salvo quizás un pequeño tramo saliendo del Bosque en dirección a la pista que ya nos llevaba a Prado. La prenda finisher preciosa, la medalla, el bocata de meta.... Sinceramente, organización de 10. Los voluntarios ya de 12. Muchas gracias a las voluntarias y voluntarios.

Nuestra carrera

El contexto: 

Año 2016. El que escribe estaba haciendo la Liga Rondeña de Ultrafondo para conseguir plaza en la 101 y esta era una de las pruebas. Me apunté a la larga y en Ronda, km 65 aquel año, me fuí de la carrera. Había llegado bien de tiempo a Ronda pero había sufrido mucho en la zona de la sierra, con lluvia, frío y mucha niebla que no me había permitido encontrar bien las balizas en el tramo Boyar-Villaluenga, además de literalmente pasar miedo en la bajada de Villaluenga, bajada que no conocía y que me tocó conocer aquella noche con la niebla, por Montejaque tenía la moral muy tocada viendo que me había metido en algo que me superaba y que podía salir lesionado fácilmente. Abandoné en Ronda.

Año 2017. Tres aborígenes se enfrentaron al reto. Dos a la corta "La Bandolerita" y yo a la larga. Ese año tocó lluvia, bueno miento, tocó lluvia, granizo, nieve, viento, frío...ese año mis compañeros acabaron la corta, sudadera finisher fea pero fea, y yo no tuve que decidir retirarme...quedé fuera de carrera por no llegar a un corte de carrera, llegué una hora después del corte, con hipotermia y ayudado por dos voluntarios.

2019

Este año dos aborígenes de nuevo a la corta, Jose María y Pedro, y Juan que estaba muy fuerte y que ya sabía lo que era acabar la corta iría a la larga. Juan acabó la larga en 36 h en su primer intento en la distancia.

Pedro y yo, veníamos confiados en acabar La Bandolerita ya que tuvimos muy buenas sensaciones en Genal, está pendiente esa crónica, nuestro único objetivo era acabar en 25 horas. Mientras esperábamos en la cola del dorsal escuchaba a la gente de hacer la carrera en 11h y yo pensaba " ojalá llegue yo a Villaluenga en esas 11h". El sábado amaneció con buen clima y nos presentamos en la salida en mangas cortas. Se dio la salida a las 11 de la mañana, música de Curro Jimenez, olor a pólvora, el pueblo volcado...y la gente corriendo como galgos, nosotros también. Una vez salimos del pueblo pusimos nuestro verdadero ritmo y formamos el furgón de cola, creo que habrían cinco personas como mucho detrás nuestra. 

Tramo El Prado- El bosque

Aquí la única dificultad era no animarse a trotar más de la cuenta ya que luego eso se puede pagar más adelante. Este tramo es prácticamente un carril cómodo hasta llegar al Bosque.

El Bosque-Llanos del Campo

Este año no hubo subida al cortafuegos, ni subida al segundo cortafuegos por Albarracin. Todo un acierto.  Se llega al Bosque se recargan los botellines de agua y en breve empezamos la subida, iba marcando un ritmo algo fuerte pero escuchaba los bastones de mi compañero detrás mía hasta que me giré para ofrecerle una barrita energética y descubrí que me había adelantando un montón y el que llevaba detrás no era Pedro. Bajé ritmo, hasta que por fin me alcanzó. Aquí tuvimos el que primer y único  "roce" de la carrera ya que debíamos aclarar que ritmo llevar. Este nuevo tramo nos gusta mucho más que el de otros años, es bonito y en caso de lluvia no es una trampa como era el anterior. Al final optamos por ser conservadores, disfrutar de las vistas y guardar fuerzas. El día y el recorrido invitaban a disfrutar del camino.

Llanos del Campo- El Boyar

Llegamos a Llanos del Campo tres horas antes de lo que habíamos calculado ya que el tiempo y el cambio de recorrido ayudaban bastante. En Llanos del campo hicimos acopio de botellines de agua y nos hidratamos bien ya que sabíamos que la hora fuerte de calor nos tocaría en este tramo.





Es realmente a partir de Llanos del Campo cuando la cosa empieza a ponerse seria, empiezan a aparecer piedras, el desnivel es suave pero no se para de subir y el calor empieza a notarse. Se notan las trails y ultras que llevamos juntos porque sin necesidad de hablar nos marcamos un ritmo y nos íbamos turnando para fijarlo. Comentar que nos fuimos cruzando con corredores de la larga que ya iban de vuelta trotando y animándonos. Esta zona a pesar de que era la zona perfecta para "entrar en pájara", tanto por el desnivel continuo como por ser la que hicimos a la hora de más calor, se nos pasa rápido y con buenas sensaciones llegando al Boyar dos horas antes de lo previsto. Los únicos abandonos que vimos fue precisamente aquí y es que como digo para los que íbamos en el pelotón de cola en este tramo nos tocó las horas de más calor y hubo bastante calor.

El Boyar-Villaluenga

En el Boyar nos avisan de que nos abriguemos ya que en este tramo nos cogerá la noche y habrá frío. Para mí este tramo es el tramo maldito, donde en 2016 estuve perdido buscando balizas con lluvia y niebla y donde en 2017 a pesar de darlo todo bajo la lluvia, el granizo y la nieve no conseguí llegar a Villaluenga con tiempo suficiente para recuperar y llegar a Ronda antes del corte. Este año el tiempo nos respetó y contábamos con la ventaja que tras mi aventura del 2016 habíamos pisado en bastantes ocasiones este tramo aunque sin llegar a Villaluenga.


Este tramo también ha cambiado este año aunque la verdad que no tengo muy claro dónde. Debido al cambio de modalidad, por fin sabía lo que era pasar por aquí de día y con buen tiempo. De este tramo tramo solo puedo decir que se mezclan dureza y belleza a partes iguales. Para mí es el tramo más bonito de la carrera. A pesar de ser zona muy técnica la disfrutamos como niños pequeños parándonos a disfrutar del paisaje cada dos por tres. Es increíble lo que puede cambiar un tramo de un año para otro, como puede pasar de ser un auténtico infierno de barro y agua a pasear disfrutando de las vistas, que no lleve a engaño lo de pasear que estamos hablando de terreno técnico. 




Iban cayendo los kilómetros, empezaba a refrescar bastante y a anochecer, estábamos llegando a la bajada de Villaluenga. Es la tercera vez que bajo por esta cuesta y la tercera vez que me quedo impresionado, en mi opinión es muy técnica y ver de noche Villaluenga iluminado allí abajo y ese cielo nocturno sobre nuestras cabezas no tiene precio. Este año la pude bajar a buen ritmo y sin caerme por primera vez.

No se aprecia bien pero Villaluenga estaba bastante abajo

Llegamos al avituallamiento y pedí mi mochila, esto es el primer año que se puede hacer en la corta. Nos pusimos las camisetas térmicas, los cortavientos y nos dispusimos a tomar caldo, café, sándwich, butifarra, más butifarra, fuet...ya con medio kilo más en nuestros estómagos decidimos continuar la marcha.


Villaluenga-Grazalema

Nada más salir del avituallamiento tocaba volver a subir a la sierra, la subida era en parte por donde se realiza el Trail Virgen de las Piedras, que se hace a finales de agosto, hasta buscar el cruce donde en otras ediciones se cruzaban los que iban hacia Villaluenga de la corta y los que iban de vuelta hacía Grazalema de la larga.

El llegar hasta ese cruce se me hizo pesado, desde la salida Grazalema no se para de subir, además en Villaluenga me había cambiado los calcetines y algo no iba bien. Seguíamos a buen ritmo y tras llegar al cruce ya estábamos en terreno que en teoría ya era mucho más conocido para nosotros porque era por donde volvíamos a Grazalema en las rutas de entreno. Esta noche prometo que me pareció que había el triple de piedras, me era imposible correr sin pisar piedras cuando esta zona última siempre la hacemos trotando en los entrenos. El comer como comí en el avituallamiento me pasó factura y le comenté a Pedro que se olvidara de intentar trotar o de aligerar el ritmo ya que me notaba algo mareado. No era muy importante pero era mi momento de "bajona" y era fundamental recuperarse y no forzar la máquina. En este tramo empezamos a adelantar a varios grupos de la larga que a pesar de no ir en modo "zombi" si que iban a un ritmo mucho más lento que el nuestro. Me vino olor a barbacoa allí en medio de la sierra, por cierto. Llegó la bajada hacia el camping tras un rato que se me hizo eterno, en este tramo por momentos si dejé de disfrutar de estar en la sierra bajo un manto de estrellas, que iba algo frito es el resumen. Esta bajada que normalmente la hacemos en los entrenos corriendo a ritmo de "tonto el último" esta vez la bajé andando con cuidado ya que aunque las piernas no iban mal los reflejos si que estaban tocados. 

Llegamos al avituallamiento de Grazalema y me dio un golpe de calor con los infiernillos que tenían allí para calentar el caldo. Pedí un caldo y rápidamente salí afuera a tomarlo. Me asusté bastante porque noté como de golpe empecé a tener una bajada de tensión.


Grazalema- Benamahoma

Le dí prisa a Pedro él quería tomar algo más pero yo no estaba ya cómodo en este avituallamiento le había visto las orejas al lobo y quería salir de allí rápido. Tras salir de allí todo era subida hasta llegar al Boyar, Pedro estaba fuerte y marcó un ritmo muy rápido. El tramo de sendero que hay desde que se sale de Grazalema hasta el Boyar para mí tenía mucho significado. Por un lado me traía recuerdos de la larga del Grazalema Trail y por otro me acordaba de la veces que había fantaseado con estar justo en el momento en que me encontraba ahora. Tengo una cuenta pendiente con Bandolero y como digo cada vez que hago este sendero me imagino el día que lo haga buscando acabar la larga. Esta noche lo estaba haciendo pero era para acabar Bandolerita, era parecido pero no era exactamente lo que ansiaba hacer. Ensimismado en mis pensamientos e intentando seguir el ritmo impuesto por mi compañero llegué al Boyar. Tocaba hacer la bajada continua donde nos cayó todo el calor en la ida, este tramo lo solemos trotar en los entrenos así que Pedro se puso a trotar y desapareció. Empecé a trotar pero seguía teniendo la misma sensación que tuve en la sierra; parecía como si hubiese más piedras que en los entrenos, trotaba sin estar a gusto y cuando llegaba a la altura de mi compañero intentaba frenarlo. Seguíamos adelantando a grupos de la larga. Cuando faltaba poco para llegar a Llanos del Campo el sendero ya era imposible para mí, además el problema con el calcetín seguía y empezaba a notar algo parecido a una pequeña ampolla en el pie derecho. Llegamos a la bajada de Benamahoma mi compañero se lanzó al trote, intenté seguirlo y me doblé el pie izquierdo al pisar mal una piedra...mal asunto, eso era un aviso más y llevaba varios. Estaba a menos de 20 kilómetros de llegar a la meta y no pensaba jugármela en una bajada. La bajaría andando y asegurando y ya que mi compañero me esperara. Cuando por fin llegué a la carretera, Pedro estaba haciendo tiempo charlando con alguien de la organización que había pasado en una furgoneta. Le comenté que en el avituallamiento me iba a mirar el pie porque notaba como arenilla que era muy doloroso y que si pensaba que yo iba a trotar por el tramo del río que se olvidara ya que llevaba varios traspiés y no pensaba jugármela. El avituallamiento de Benamahoma era en un colegio y de nuevo había excesivo calor. Pedí un café y salí al pasillo. Me quité el zapato pero no encontré la arenilla, por experiencia sabía que si no había arenilla ese dolor era una ampolla creciendo y que mejor ni me tocaba el calcetín.


Benamahoma-El Bosque

Salimos del avituallamiento y nos pusimos dirección al río, antes decidí cambiar las pilas al frontal. Mientras las cambiaba sentando en la acera, mi compañero me comentó que había estado haciendo cuentas y nos habíamos equivocado. Resultaba que por primera vez nuestras familias nos acompañaban a una ultra y si llegábamos pronto a meta al final no iban a estar para vernos.  En nuestros planes íbamos a llegar sobre las 11 de la mañana y como siguiéramos al mismo ritmo llegaríamos a las 8:30 de la mañana. Por primera vez en nuestra vidas de "ultreros" lo teníamos que hacer a la inversa, teníamos que aflojar para no llegar muy temprano, a mí la idea me pareció fenomenal ya que el pie me estaba matando y además andaba mal de reflejos. El camino por el río fue cómodo y disfrutando, por lo que volvimos a subir ritmo, a la vez que intentaba imaginarme como lo pasaron los de la edición del 2018 al pasar por este río prácticamente desbordado (al final se desbordó el año pasado) ya que era una noche como la nuestra que era muy buena y el río imponía.

Ya en las calles del Bosque el dolor de las ampollas, o lo que fuese, empezó a hacerse importante. Llegamos al avituallamiento, de nuevo calor y de nuevo me tomé lo que pedí sentando fuera.


El Bosque - El Prado

Tras salir del avituallamiento me encontré la única parte del recorrido en la que eché en falta alguna baliza más, no había problema porque Pedro lo recordaba perfectamente de hace dos años, pero si yo hubiese ido en la larga y solo habría dudado, no porque hubiese posibilidad de pérdida si no porque las balizas estaban más distanciadas de lo que habían estado hasta ahora  y el no verlas te hacía dudar de que te hubieras equivocado.

Por fin llegamos al carril-pista que nos llevaba a Prado del Rey, nos estaba amaneciendo, el carril picaba hacia arriba sin fin y nos pusimos a andar a un ritmo cada vez más rápido. A los dos kilómetros de estar así le pregunté a Pedro que por qué habíamos incrementado el ritmo si realmente teníamos que bajarlo. El me miró como diciendo: "es verdad, que puñetas hacemos" así que vuelta al ritmo tranquilo y a esperar a ver el pueblo. Fueron kilómetros de charlar, de jurarnos no volver a hacer una ultra en la vida y de disfrutar del amanecer viendo las vistas y charlando con tu amigo. Por fin llegaba la cuesta de Huerta Dorotea, decidimos que una vez llegáramos a la cuesta de entrada al pueblo nos quitaríamos los cortavientos y nos pondríamos las camisetas del equipo para la entrada sentados en un banco. Al final mucho antes el sol empezó a aparecer con fuerza y tuvimos que parar a quitarnos los cortavientos. Ya estaba hecho. Por primera vez, para mí, acababa Bandolerita solo nos separaba de la meta una cuesta. Era solo ya cuestión de esperar a que nuestras mujeres llegaran y cruzar la meta. Mientras subíamos la cuesta del pueblo nos sonreíamos ya que ahora sí que podíamos dar por conseguida la prueba. Podría decir que ese momento era el que justificaba las horas de entrenos, pero sería mentira ya que cada salida de entreno nuestra ha estado justificada por sí sola ya que simplemente era la excusa para echar un rato con los amigos en la sierra y luego desayunar juntos.

Ahí estaba ya la esquina que había que doblar a la derecha, esa calle que dejamos hacía 22 horas, al fondo el arco de meta y nuestras mujeres, ¿Que más podíamos pedir? pues a Chito, pero no estaba ya que llegó un poco más tarde. Llegada a Meta, medalla y chaquetas preciosas.


Ese parche no es de este año aún no nos lo han enviado 


lunes, 28 de agosto de 2017

Crónica III Trail nocturno Virgen de las Piedras

 La Carrera

Esta carrera ya la hicimos cuatro aborigenes en su primera edición (crónica aquí).

Carrera con dos partes muy diferenciadas. Una primera es el recorrido desde Villaluenga del Rosario a Grazalema, recorrido muy técnico y exigente unido con la dificultad de ser por la noche. Tras llegar a Grazalema el recorrido transcurre por senderos y pistas que llegan a hacerse algo monótonos. Se puede realizar andando a ritmo rápido y llegar antes del corte de las 7,5 h. Es para repetir pero si buscas una Trail que transcurra en un 100% por sierra, esta no es tu carrera debido a que casi 15 km son de senderos que se te pueden hacer eternos.

Si llegas a esta crónica para buscar información para saber si merece la pena inscribirte, la respuesta sería afirmativa si tienes claro que te gustan las carreras mixtas sierra-pistas y tienes buen nivel. Si este es tu primer trail esta no es tu carrera, buscate algo más corto y de día a ser posible. 

El recorrido

Este año si coincidía el kilometraje y la prueba tenía unos 31,5 kms. Como prácticamente el recorrido y el desnivel es el de la primera edición, te remitimos a la crónica de ese año.

Organización

Felicitar a todos los voluntarios. Pasamos ahora a ver algunos puntos de la organización:

Positivo 

- Recorrido por el pueblo: es un acierto ya que el primer año había tapones nada más llegar a la subida, el recorrido por el pueblo ha servido para estirar la carrera.

- Balizaje: prueba muy bien balizada era imposible perderse, aunque quizás haría falta poner un voluntario justo donde hay que bajar a la izquierda a la entrada de Grazalema.

-Duchas: es la primera vez, y llevamos bastantes trails, que nos podemos duchar con agua caliente y en unas duchas limpias. Por fin sabemos que es eso de tomar una ducha con agua caliente tras una trail, porque, para el que no lo sepa, los últimos suelen tener que ducharse con agua fría y con toda la mierda que van dejando el resto de corredores.

A mejorar

- Avituallamientos: el cambio de la primera edición a esta ha sido notable  y a peor, nosotros siempre vamos en el grupo que cierra las carreras y por lo tanto nos referimos al punto de vista de los últimos del pelotón. Este año había menos variedad y menos cantidad. En el segundo avituallamiento yo iba por detrás de mis compañeros, ellos me cuentan que cuando llegaron solo había un plátano de fruta, ojo, no que solo hubiese plátano si no que solo quedaba una pieza. Cuando llegué, además de algunos trozos de plátano había algunos de melón, es decir, tendrían alguna rodaja de melón pero aún no estaba cortado al pasar ellos. En el avituallamiento tras la cuesta después de Grazalema, había plátano de sobra y carne de membrillo. Fue en este avituallamiento donde me puse a la altura de mis compañeros, aquí además de haber plátano de sobra la pareja de voluntarios nos animaba a repetir más para recuperar el potasio, un saludo a la pareja bandolera que nos antendió allí. En el último avituallamiento antes de meta no quedaba nada sólido, en este avituallamiento hace dos años había una carpa y una familia aguantando un viento insoportable, había melón de sobra y el hombre le quitaba hasta las cortezas, este año dos chicos con una bandeja vacía, gracias de nuevo a los voluntarios porque entendemos lo duro de su cometido. El isotónico y el refresco calientes en todos los avituallamientos. Entendemos que esto de la fruta solo les ocurre a los últimos pero es que los últimos también hacemos parada en los avituallamientos. Una vez en la plaza de toros fue donde sucedió lo más surrealista ya que en la barra, ya esto era pagando, no quedaba cerveza ni filetes, por lo que una cocacola y a por los churros si o si. Si pones un tiempo de corte de siete horas y media debes de procurar que el que llega en ese tiempo pueda tomar una cerveza y un bocadillo de filete y si no es tan simple como ajustar el tiempo de corte al perfil de corredor que se busca. Cuando nosotros llegamos faltaba más de hora y media para el cierre, creo que había solo 6 corredores detrás nuestra y creo que ya alguien delante nuestra tampoco tenía filete ni cerveza. Te puedes equivocar al calcular la cantidad de cerveza y filetes, pero sabiendo que aún queda gente en carrera no es mala idea hablar con la barra para que guarde tantos filetes y cervezas como gente aún queda en carrera, para que así no ocurra que unos repitan varias veces y otros no lo caten, es guardar 15 filetes y 15 cervezas que además se iban a pagar.

- Camiseta y medalla: esto ya es totalmete subjetivo pero en nuestra opinión la anterior medalla era mas bonita, al igual que la camiseta.

- Suelo duro: El suelo duro solo nos afectó a nosotros ya que de los que lo solicitaron fuimos los únicos que lo usamos. Ese lugar no era apto como suelo duro, ni por los ventanales abiertos de arriba, ni por los cinco dedos de hueco de una de las puertas en la parte baja por donde podía entrar cualquier roedor que estuviese por allí, ni por el mismo suelo  que era de cemento del que suelta polvo. Un suelo duro suele ser un pabellón de un polideportivo en la pista de futbol sala y baloncesto. Si no era posible ofrecer suelo duro no se ofrece y punto, no pasa nada. Pero si vas, confiando en la organización, con un colchón, un saco de dormir y poco más. Una vez allí no tienes otra opción que "aceptar pulpo por animal de compañía" y dormir allí. Al llegar tras la carrera a la nave vimos unas ratas de campo cerca y eso, junto a a la multitud de caquitas que había dentro de la nave, hizo que al mas mínimo ruido nos despertáramos pensando que teníamos visita.





El que escribe hizo el II Desafío Trail Sierra de Villaluenga, y desde que llegamos a Villaluenga estaba tratando de enganchar a mis compis para hacerla este año, cuando aún estábamos intentando encontrar el suelo duro, yo les explicacaba hacía donde estaba la subida dura del Desafío e intentaba convercerlos. A la mañana siguiente, tras "dormir" en la nave que no "suelo duro", uno de mis compañeros me dijo que no pensaba hacer ninguna carrera más realizada por esta organización. Y saqué el tema del trail Desafio a lo que me contestó: busca carreras donde te sientas parte como de la familia y no como un cliente.

lunes, 5 de junio de 2017

martes, 21 de marzo de 2017

Crónica Ultratrail Sierras del Bandolero 2017 Larga

El viernes 3 marzo de 2017 volvía a ponerme en la salida de esta ultra, este año eran 11 kilómetros más en total 166 kilómetros y  6500m de desnivel positivo acumulado.

Empecemos con el año pasado para ponernos en contexto. El año pasado decidí abandonar en el kilómetro 65 en el avituallamiento de Ronda, bueno lo había decidido 7 kilómetros antes de llegar  a Ronda, ya que ese año mi objetivo principal era correr la 101 con mis amigos y la pierna izquierda me estaba dando problemas desde que salí de Villaluenga. Un dolor que llevaba arrastrando en la rodilla desde hacía varios meses se estaba haciendo muy fuerte y me impedía doblar bien la rodilla, allí en carrera ví muy claro que me podía lesionar si seguía y habiendo llegado una hora antes del corte, tarde porque en mi planificación debía haber llegado dos horas antes, decidí abandonar. Ese abandono después no fui capaz de asumirlo con naturalidad, cada día que pasaba me sentía peor, cuanto más lejos estaba la carrera y más idealizado tenía el dolor de rodilla más sentía que me había rajado. Fue un mes bastante duro mentalmente.

Bueno, volvamos al 2017, este año no había ninguna otra ultra, esta era mi única ultra objetivo y a diferencia del año pasado que había participado en todas, practicamente todas, las ultras de la LRU para poder clasificarme en la 101, este año no había competido en nada. Este año iba fresco, iba con ganas de sufrir y dispuesto a romperme si hacía falta…acabé retirado en el kilómetro 65 de nuevo…

Este año no hubo abandono, fui incapaz de llegar en tiempo al corte de tiempo de Montejaque, al que llegué ya muy tocado de calambres y frío. Ahora explicaré brevemente lo ocurrido allí.

Día 3 de marzo son las 18h y se acaba de dar la salida del UTSB, de nuevo emoción, las previsiones eran de lluvia y quizás algo de nieve, así que iba con camiseta térmica, cortavientos y chubasquero desde la salida ya que a la hora de comer había estado lloviendo y pensaba que llovería en breve. El tramo Prado del Rey al  Bosque es un tramo muy rápido donde no me siento cómodo, voy demasiado abrigado, veo a corredores que habían salido igual que yo pararse a quitarse los chubasqueros y ponérselos en la cintura. Cuando una prueba te supera desde la salida, desde la salida empiezas a tomar malas decisiones, en este  caso decido no quitarme el chubasquero ya que sería parar ahora para quitármelo y luego parar para ponérmelo cuando lloviera. Decido que con abrirme la cremallera basta.

Llego al Bosque incómodo no he ido a mi ritmo y apesto a sudor, me preocupa que ese sudor luego se enfríe. En el avituallamiento del Bosque tomo un vaso de agua y sigo rápido buscando el primer cortafuegos, tras subir el primer cortafuegos viene la parte nueva, no la he entrenado y me han hablado mal de una bajada. El primer cortafuegos lo he subido también fuera de ritmo ya que voy agobiado, empiezo a notarme cansado no creo que lleve ni 14 kilómetros de carrera pero voy molesto con el ritmo. Decido bajar ritmo y seguir a un ritmo más tranquilo, ya ha empezado a llover pero no me importa mucho, mi mayor preocupación es seguir a un grupo que considero lleva un buen ritmo ya que si voy solo puede que baje más aún el ritmo.

En esas estoy, de ir concentrado en no separarme del grupo que llevo delante, cuando empieza una bajada y veo como la mitad del grupo se cae y empieza a deslizarse por el barro, comprendo que hemos llegado a la bajada peligrosa por el Albarracin que todos me decían, esta bajada la hacemos demasiado lento, ni puedo ni quiero adelantar a nadie pero veo que con el miedo a caerse estamos bajando demasiado lentos. Esto me sirve para recuperar, es allí en medio de aquella bajada donde por fin entro en carrera y donde veo que con el miedo a caerse vamos muy mal de ritmo.
Llevaba tiempo lloviendo, aquello era bajar con cuidado poniendo los palos por delante y poco más, tras llegar abajo un llaneo donde me pegué a un grupo que iba algo más rápido aprovechando que por fin estaba con buenas sensaciones, hasta que llegamos a una subida totalmente enfangada y resbaladiza. La cuesta tenía varias pegas: el fango, la lluvia y demasiada gente pegada intentando subir. No me gusta tener a gente pegada con palos en las manos subiendo ya que alguna vez he visto como un corredor al caerse golpeaba con el palo al que llevaba por detrás o por delante. Aquí debió de caerme una minutada importante, ya que era difícil subir tanto por lo impracticable del terreno como por estar rodeado de gente. En esta subida tuve una pequeña caída, en una de las veces que intenté tomar aíre y levantar la cabeza para ver por donde subir se me resbalaron los pies, puse las manos para no darme un golpe en la cara y me llené de fango los guantes, puede parecer una tontería pero a mi no me gusta tocar el los bidones o la comida con los guantes llenos de fango. Al final opté por ir campo a través ya que el camino era imposible y la única forma de poder apoyar el pie y no resbalar era pisando sobre hierba. Por fin salí de aquel boquete y ya era ir a buscar el avituallamiento de Llanos del Campo. Creo que ese boquete fue donde dejé escapar mucho tiempo que luego no fui capaz de recuperar.

En Llanos del Campo ví los primeros abandonos, pero abandonos de varios corredores veteranos en esta ultra que decían que sabiendo lo que nos esperaba tras el boyar mejor se quedaban ya aquí. Estábamos en el kilómetro 26,8 debido a que allí no había control de tiempos no sé a qué hora llegué, que sí, que yo tenía mi reloj pero no tengo ni idea. En este avituallamiento paré poco, rellene un bidón que era el que había bebido, el otro lo llevaba completo sin usar lo que ahora me doy cuenta de que ya barruntaba lo que iba a ocurrir. Ya estaba bastante empapado internamente, no sabía si la camiseta térmica estaba empapada por sudor o que el agua de lluvia estaba atravesando el chubasquero, la cosa es que toda la ropa estaba empapada y empezaba a tener frío. Tocaba ir en busca del siguiente avituallamiento; Puerto del Boyar, que estaba a “solo 6 km” iba al paso más ligero que me permitían mis piernas y por el camino, me adelantó un marchador con un poncho y me pegué a él, miraba el poncho y me preguntaba cómo era posible que a pesar de la de veces que mis amigos, que corrían la corta, dijeron lo del sobrepantalón  al final no lo comprara, el por qué no compré el sobrepantalón y el por qué no llevaba una muda de camiseta térmica para Villaluenga, a pesar de que yo se lo había recordado a mis compis de la corta, es uno de los misterios de como hago yo las cosas, y es que a veces parece que disfruto poniéndome más trabas. Al poco descubrí que el marchador era realmente una marchadora, al parecer la idea de apuntarse a la ultra había sido de su amiga que había abandonado por fiebre en Llanos del Campo. La marchadora marcaba un buen ritmo así que pasé casi todo el camino tras ella, bromeábamos con el pedazo de bocata que nos íbamos a zampar en boyar. Si apretaba la lluvia, había que pasar por un charco enorme, o el fango se tragaba los zapatos, la coletilla era “venga que ya está ahí el bocata”, cuando ya faltaban apenas quinientos metros apreté el paso ya que yo sabía que el avituallamiento estaba al caer. Había un grupo de corredores haciendo tapón en la entrada del avituallamiento, al final pude enterarme que el tema era que se habían acabado los bocadillos y algunos corredores estaban allí quietos molestos. Cuando pude acceder al techado, pregunté que podía tomar y me dijeron que coca cola, me tomé dos vasos, un voluntario había dispuesto sobre una servilleta unas rodajas de fuet, que en mi  opinión eran suyas, y las estaba ofreciendo, le pedí permiso y me comí una rodaja. Creo que no rellené agua porque apenas había bebido, pero la verdad es que ese recuerdo es borroso. Lo que si recuerdo claramente es un sándwich de jamón cocido que estaba tirado sobre un banco de piedra, me acerqué a él, se podía tirar la rodaja de pan que estaba tocando la roca y hacerse un pequeño sándwich con el resto, estaba mordido pero se podía quitar el trozo del bocado. Al final pensé que era una estupidez ya que tenía casi llena la bolsa de frutos secos y dátiles, ya que desde hace bastantes ultras lo que tomo en carrera son frutos secos  y dátiles, llevando también geles pero solo para un caso de emergencia. Ya hacía tiempo que había perdido el control de la ingesta de sales, no sabía cuándo había sido la última.

Empezábamos el tramo Boyar - Villaluenga en el que el año pasado llegué a estar perdido bajo la lluvia y la niebla, este tramo para mí había sido una pérdida de tiempo increíble sobre todo en la bajada a Villaluenga, el año pasado había “perdido” al menos una hora en este tramo y no estaba dispuesto a que eso volviese a suceder. Los primeros metros de subida los hice tranquilos ya que estaba dando buena cuenta de mi bolsa de frutos secos y dátiles. En cuanto me los comí empecé a subir a paso rápido, ojo, paso rápido para el que suelo llevar, ya que lo que peor se me dan son las subidas, pero es que aquí ya estaba realmente preocupado por todo el tiempo que había perdido entre la "pequeña" pájara tras el primer cortafuegos y luego el que perdí en el boquete del Albarracin. Seguía lloviendo, no paró en ningún momento, cuanto más subía más frio y cada vez más empapado y más tiriteras tenía yo. De repente veo nieve a mi alrededor, solo estaba libre de nieve el caminito por el que íbamos y era debido a que por ese caminito discurría un arroyuelo helado, llegó un momento en el que ya no discurría agua porque se había congelado por lo que era nieve a los lados y un sendero de agua congelada. Llegué a alcanzar a algunos marchadores con los que compartía algún tramo, una de las veces ví como la lluvia en vez de caer “hacia abajo” flotaba por lo que llegué a la conclusión de que nos estaba nevando, el viento en ese momento era fuerte. Recuerdo una subida  con fango, tras haber atravesado un río que nos llegaba a los tobillos, que miré hacia arriba y dije en voz alta: “danos un respiro” la intensidad de la lluvia se duplicó en ese mismo momento llegando a ser casi agua nieve, dos corredores que estaban cerca de mí empezaron a reírse – mejor no digas nada más que nos ahogas- dijo uno de ellos, la verdad es que el ambiente era de humor todo el tiempo. Realmente creo que los corredores que me cruzaba eran siempre los mismos, ellos seguramente se me iban en las subidas y yo los pillaba en llaneos y bajadas.

Seguía subiendo y cambiando de compañeros, una vez intenté beber pero no pude sacar el bote de agua ya que se me habían congelado los dedos, con eso no quiero decir que me los tuviesen que amputar, los tenía insensibles y agarrotados, realmente han tardado más de dos semanas en recuperar la sensibilidad, los he tenido acolchados y algunas yemas doloridas. No le dí  importancia, no es que no le diera es que no quería perder tiempo en parar, a no beber agua ni a no tomar sales, no caí en parar lo que hiciese falta hasta conseguir sacar el bote de agua , tampoco tenía sed, estaba ya en un estado de bloqueo mental, por un lado estaba disfrutando; estaba subiendo al Simancon en plena noche, con nieve a mi alrededor y haciendo la carrera que llevaba un año esperando, estaba de subidón, pero por otro lado estaba preocupado, le tenía mucho respeto a este tramo, por no decir miedo, por el tema del tiempo, sabía que aquí si te descuidabas se iba al traste todas la planificación de horas. Así que me daba igual, el agua, las sales, orinar, los dedos congelados y las tiriteras mi idea era clara: palante como los de Alicante.

Cuando llegué a una llano  ya subido el Simancon había un vendaval de viento donde si pasé algo de "miedo" por que se volara la caperuza del chubasquero o de que el viento me tirase. Este tramo hasta que empecé la bajada si lo pasé mal. Esta parte de bajada que venía ahora hasta llegar a la próxima subida, intenté incluso trotar ya que la zona la tenía fresca en la memoria de un entreno cercano.  En la siguiente subida que hay antes de llegar a la bajada de Villaluenga yo ya iba ciego, me comentó un corredor que me seguía que estaba desviado que se veían frontales a nuestra derecha pero me daba igual arriba había una baliza roja y para allí arriba iba yo, me daba igual subir campo a través buscando  esa baliza, tenía tiriteras y lo que me calmaba era moverme rápido, ya me importaba un pimiento si iba por el sendero bueno o el malo, era allí arriba y punto.
Tras esa subida ya fuimos buscando la bajada de Villaluenga, como iba rápido iba alternando compañero de recorrido. Ya tenía la necesidad de encontrar la bajada a Villaluenga ya me empezaba a agobiar el tiempo que estaba tardando. Hay que recordar que todo este tramo desde el Boyar había sido bajo la lluvia y un frío intenso, con zonas de nieve y granizo y en  una zona un vendaval muy peligroso. 

Por fin llegó la bajada, este año no tenía nada que ver con el año pasado ya que el año pasado aquí había una niebla en la que no se veía más allá de tu mano, este año a pesar de la lluvia se podían ver sin problemas las balizas que marcaban la bajada y se tenía más margen de maniobra a la hora de elegir donde pisar. La bajada la hice asegurando siempre con los palos pero sin pausa, intentando ir rápido, iba bien hasta que PUM, me caí de culo y aún no sé como el palo se giró y me golpeó en la cabeza, con la suerte de que la mayor parte del golpe se lo llevó el frontal. Yo lo viví de la siguiente manera: me resbalo, veo el palo acercarse a mí, noto el golpe fuerte en la cabeza y oscuridad. Me quedé sentado y algo aturdido, lo primero que hice fue llevarme la mano a la frente a donde me dolía para ver si tenía un bulto, aunque lo hubiese tenido no lo habría notado ya que no notaba nada con las manos, lo siguiente fue analizar por qué se había vuelto todo oscuro y caí en que el golpe habría roto el frontal. Me quité el frontal y comprobé que simplemente era que del golpe se había abierto el compartimento de las pilas y habían salido volando. Por experiencia de otras ultras siempre llevo otro frontal ya preparado ya que para mí es más fácil cambiar de frontal que cambiar las pilas, así que fue fácil solo tenía que buscar el otro frontal, realmente lo que más me costó fue encenderlo, llegué a plantearme encenderlo con los dientes. Ya una vez todo en orden, me puse a buscar las pilas ya que no quería dejarlas allí tiradas, solo encontré dos dejé una por allí tirada pero es que no podía más, el estar allí quieto buscando me estaba enfriando demasiado y no paraba de tiritar. Continué la bajada, empecé a ir rápido hasta alcanzar a un corredor antes de llegar al pueblo. Una vez en el pueblo fuimos trotando hasta  el avituallamiento.

Una vez en el avituallamiento miré la hora y eran las 6:30h, joder, ¿Cómo podía ser? De nuevo la había cagado  a tomar por culo otro año la carrera. Me encontré con un corredor que me reconoció de otras ultras y que debió de verme la cara de mosqueo porque me dijo que ellos, eran tres, salían ya y que esperaba verme en meta que estaba en tiempo. En cuanto este corredor se fue habló conmigo otro corredor que estaba al lado y me dijo que ya era tontería salir. En mi planificación lo más tarde que podía llegar a Villaluenga era a las 5:30h para tener seis horas y media para llegar a Ronda.

Estaba tan ofuscado con la hora por una cuestión muy simple, a las 12 de la mañana estaba el corte de Ronda, tenía menos de cinco horas y media y 27 kilómetros por delante. Salía casi a 5 kilómetros la hora y eso se me antojaba muy muy difícil sobre todo sabiendo que tenía por delante la subida a la ermita de Montejaque y la subida  a Ronda que el año pasado eché una minutada. Y esa ofuscación por la hora no me dejaba ver lo que realmente me debería de estar preocupando y era que realmente yo ya no estaba en la carrera, es decir, no me daba cuenta de que ya mi mente iba funcionando mucho más lenta de lo normal. Tenía frío, tiritaba, la camiseta térmica, el cortavientos y el chubasquero se habían unificado en una sola capa mojada y a ese frio achacaba esa sensación que tenía tan rara, escuchaba las voces como un poco en off y veía pasar las cosas como a otra velocidad. Como cuando esperaba para pedir un caldo y miraba a la gente coger tres bocadillos para los bolsillos y dos más en las manos, todo pasaba a otra velocidad, me tomé un caldo e intentaba acercarme a la única seta que vi pero había un corro de corredores secando los guantes y era difícil acercarse, luego pedí un café solo, me lo tome de un sorbo y seguía igual de mal y con las mismas tiriteras. 

Si no podía acercarme a la estufa y el caldo y el café no me habían calentando era hora de irse, pedí permiso a la voluntaria para coger dos bocadillos uno para comérmelo y otro para después. El bajonazo mental lo atribuí a la ofuscación de saberme ya fuera del corte y  al frío que tenía, no me dió por preguntarme cuando había dejado de tomar sales o agua, o si era buen momento para sacar un gel. Realmente,  con el café, el caldo y el bocata pensé que iba bien servido hasta el siguiente avituallamiento que estaba a apenas 9 kilómetros. Salí a las siete menos cuarto ya con muy pocas esperanzas de llegar a Ronda en tiempo de corte, pero de lo que no tenía la más mínima duda es de que llegaría a Ronda, lo que serían 73 kilómetros y ya tendría, al menos, el consuelo de haber hecho un poco más que el año pasado ya que el año pasado Ronda era el kilómetro 65. En ese momento el no llegar a Ronda no estaba ni en mis previsiones más pesimistas, llegaría a la hora que fuese pero llegaría.

Seguía lloviendo sin parar e iba solo, no veía a nadie por delante ni nadie más había salido de Villaluenga. El ritmo era de paso rápido y el terreno con barro y agua pero bueno incluso corrible si hubiese tenido fuerzas. Llegué a una nueva subida que yo recordaba más pequeña y empecé a subirla a  un ritmo algo más rápido, había que ir sacando tiempo, fue en esta subida donde me amaneció. Mientras subía miraba a veces para atrás  aprovechando las primeras luces del amanecer para intentar localizar a algún corredor ya que si detrás mía nadie se había animado a salir, es que era evidente que estaba totalmente fuera de la hora de corte. Por fin ví a un grupo de cuatro corredores de azul abajo, justo cuando yo acababa de terminar la subida. Antes de continuar intenté bastantes veces apagar el frontal pero no tenía sensibilidad en las manos para conseguir hacerlo, me era imposible pulsar el puñetero botón.  Ahora empezaban los llanos de Libar, realmente no sé si este es el nombre, era un llano totalmente anegado, era un lago de una cuarta de profundidad por el que había que andar hasta llegar al Refugio. Seguía lloviendo y de verdad que notaba ya las gotas como si me dieran directamente en la piel, debido a que todo era agua tampoco importaba mucho por donde coger a la hora de mojarse los pies, me propuse como reto que no me pillara el grupo que había visto, era el aliciente para subir el ritmo y en esas estaba cuando noté un pinchazo en el cuádriceps izquierdo, me hice un pequeño masaje y lo achaqué a que como las mallas estaban totalmente empapadas, con el frío y el viento que hacía se me habían enfriado los cuádriceps hasta una temperatura “dolorosa”, ni sé que significa lo que acabo de decir pero esa era mi explicación. Cuanto más avanzaba más intensos se hacían las pinchazos que ya también estaban en la pierna derecha, usaba juegos mentales para olvidarme de los pinchazos y seguir a ritmo, entonces me adelantó una pareja a trote que supuse que eran dos del grupo de cuatro que vi antes. Ya estaba cercano el Refugio y cuando yo estaba a unos metros se iba la pareja que me adelantó. Este año la habitación habilitada de avituallamiento era diferente a la del año pasado, nada más entrar busqué la chimenea y metí las manos con los guantes con la idea de secarlos y pegué todo lo que  pude la piernas también, los voluntarios me hablaban pero yo escuchaba “bla, bla, bla” y a lo lejos. Una voluntaria me quitó el frontal y me lo guardó en la mochila. Al final fui poco a poco volviendo a la realidad, y ya me enteré de lo que me hablaban los voluntarios, por un lado me preguntaban si sabía si había alguien más detrás de mí y les dije que creía que dos y por otro lado me estaban diciendo que me olvidara de seguir junto a la chimenea ya que allí no había punto de extracción y tenía que llegar a Montejaque si o si y que si seguía pegado a la chimenea solo iba a conseguir que luego al salir me diese más frio. Pues nada, a seguir, tomé unas rodajas de salchichón y creo que bebí agua. Montejaque estaba a casi 10 kilómetros, cuando estaba dispuesto a salir entró el grupo de cuatro, por lo que los dos que me adelantaron también los habían adelantado a ellos y en total éramos siete los que nos habíamos animado a salir de Villaluenga. Lo primero que me dijo uno de los corredores del equipo es que ya estábamos fuera de la carrera y le pregunté extrañado que por qué estaba tan seguro si apenas pasaban unos minutos de las nueve y había que llegar a Ronda antes de las 12, la respuesta fue un nuevo chasco. Me había equivocado, antes de llegar a Ronda había otro corte en Montejaque a las 10:30 horas, me preguntó el corredor si yo veía factible llegar a Motejaque antes de esa hora y la verdad es que no, porque yo ya como mucho haría 4 kilómetros en una hora.

Salí del refugio y tenía el cuerpo descompuesto, no paraba de tiritar, intenté aligerar el paso para entrar en calor pero los pinchazos en los cuádriceps iban a más y me limitaban bastante la posibilidad no ya de aligerar el paso si no de andar. Seguía lloviendo, seguía habiendo un viento que apretaba por momentos y hacía mucho frío. Mi plan era dar una paso y luego otro y llegar a Montejaque  y ya allí vería la hora, la cosa era poner un pie delante del otro, jugar mentalmente y seguir.  Ya este camino apenas tenía zonas de agua ni zonas enfangadas y era casi todo hacia abajo pero  yo con dar un paso detrás de otro me conformaba, me entró ganas de orinar y fue la primera vez que me planteé cuanto hacía que no bebía, de las sales ya ni me acordé, mientras me quitaba el guante empezó a salirme la orina por lo que me bajé la mallas con pude para no mancharme más de orina, realmente las mallas tenían tal cantidad de agua encima que tampoco se notaba mucho un poco de orina. La orina salía cristalina por lo que muy mal no debía de estar, eso indica que aunque no lo recuerde debí de beber agua suficiente en Villaluenga y en el Refugio.  Seguía andando pero cada vez los dolores iban a más cada vez tenía que parar más veces a masajear los cuádriceps, cada vez iba más lento y cada vez tiritaba más. Me adelantaron primero dos del grupo de cuatro, al parecer eran los dos que iban más enteros y habían decidido ir más rápido para no congelarse de frío. Al tiempo me adelantaron los otros dos, por lo que definitivamente era el marchador que cerraba la prueba y que evidentemente no llegaba al corte de Montejaque, pero ya eso me importaba bastante poco ya mi preocupación era que el ritmo que estaba llevando no era suficiente para entrar en  calor y que las tiriteras iban cada vez a más, tiriteras ya era hasta una forma suave de llamarlas. Habia pasado de "vaya mierda otro año que no consigo salir de Ronda" a "esto se está complicando, pasito a pasito y con buena letra y llega ya a Montejaque que todavia la podemos liar" mezclado con un poco de "¿De verdad no va a parar de llover en ningún momento?". 

Seguía avanzando como podía y haciendo masajes en los cuádriceps bajo la lluvia  cuando noté gente detrás de mí…eran tres de los voluntarios del Refugio que les había dado tiempo de cerrar el Refugio, venir andando con bolsas en la mano para ir quitando las balizas y me habían cogido antes de llegar yo a Montejaque, al ponerse a mi altura les pregunté  cuanto quedaba y me dijeron que unos 3 kilómetros, mentalmente eso era un mazazo apenas había avanzado 7 kilómetros y el tiempo no quería ni calcularlo, era en torno a las 10:30h. Intenté por todos los medios ir al ritmo de estos voluntarios que iban andando recogiendo balizas, cuando uno de ellos se paraba a quitar una baliza yo intentaba andar un poco más rápido para sacar unos metros de ventaja y así no quedarme muy atrás antes de la próxima baliza. A falta de creo que un kilómetro el dolor cambió por completo, hasta ese momento el dolor era como si tuviese clavadas agujas de punto en los cuádriceps pero ahora era como si fuese una sola aguja, pero una que hubiesen metido atravesando el cuádriceps desde la rodilla hasta la ingle de forma longitudinal al cuádriceps, ahora para poder caminar no bastaba con masajear los cuádriceps debía de clavar con fuerza los nudillos desde la ingle hacia la rodilla y tras hacer esos varias veces podía andar unos diez metros, me volvía a parar y volvía a repetir la operación, a todo  esto dos de los voluntarios mirándome, el tercero había seguido hacia el pueblo a trote ya que no estaba tan abrigado como los otros dos y el ir a mi ritmo lo estaba congelando. Aquello era una frustración enorme para mí, estaba fuera de la prueba y estaba molestando a dos voluntarios que lo que querían era llegar rápido al avituallamiento para quitarse ya de la lluvia y el frio.

Por fin llegamos al pueblo y al poco de andar por sus calles vi una escalerita de una casapuerta y ya no me importaba ni los voluntarios, me paré e hice el amago de sentarme, entendí que ya estaba en el pueblo y que ya los voluntarios no verían problema en irse y dejarme allí tranquilo, pero no, se acercaron a mí y me dijeron que si no me importaba me iban a coger cada uno por un lado y me iban a ayudar a seguir, que estaba con una hipotermia y que allí no me podía quedar, realmente yo ya escuchaba blablablá, empezamos a andar rápido, el mover las piernas a ese ritmo me provocó tal dolor que solté un grito sordo (eso de sordo lo digo yo por decir algo), me preguntó el voluntario si paraba y le dije que no, que no parara. Por fin llegamos al avituallamiento de Montejaque, ya el tercer voluntario había avisado que llegaba yo y en la puerta del avituallamiento estaba el conductor de la furgoneta de retirados indicándome donde estaba la furgoneta, por lo que ni entré en el avituallamiento si no directamente a la furgoneta.

Los voluntarios si entraron en el avituallamiento y llegué como pude a la furgoneta, y me subí a ella también como pude.  Mi aventura, que lo fue, hasta conseguir llegar a la casa aún duró bastantes horas, pero lo que es en sí la carrera fue esto. El año que viene volveremos más preparados y a ver si a la tercera va la vencida.



jueves, 16 de marzo de 2017

Reto Ultra Trail Sierras del Bandolero 2017

Desde diciembre no habíamos realizado ninguna prueba en equipo ya que estábamos centrados en la preparación de la Ultra Trail Sierras del Bandolero 2017, de los cuatro que se iban a atrever tres lo harían en la modalidad "corta" de 86kms y uno en la larga de 166 kms.

Ya contaremos nuestras aventuras en la prueba, decir que dos Aborígenes consiguieron finalizar el reto de la ultra corta, quedándose en el camino los otros dos.

Adelantar que ha sido dura, muy dura, por las condiciones atmosféricas siendo esta una de las ediciones más duras que se recuerdan. Como digo ya haremos las crónicas.  Podríamos decir que ha sido un año de camino hasta llegar a ese 3 de marzo de 2017, ahora habrá que extraer toda la información posible de esta experiencia para saber que se ha hecho bien y que se puede mejorar.

Toca ahora descansar del ultratrail. Y ya decidir un nuevo reto.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Crónica IV Trail Las Palomas, Zahara de la Sierra 2016

Si estás buscando información para saber si merece la pena inscribirse en este trail el resumen es SI. Para la información de la carrera hacemos copia y pega de la crónica del 2015 salvo el recorrido que este año ha sido algo más largo.

La carrera

Es una carrera dura y muy exigente, tiene bastantes subidas por senderos en los que solo puede pasar una persona (tapones) y bajadas parecidas. Tiene todo lo que le puedes pedir a una trail: distancia asequible (ojo que este año ha sido al límite eso de distancia asequible) , escenario inmejorable y dureza. Es una trail para repetir, merece la pena el dinero de la inscripción, además la bolsa del corredor llevaba camiseta de manga larga y una braga (en 2016 no ha habido braga),  pero no la recomendaríamos como primer contacto al trail por su exigente desnivel acumulado.

El recorrido
Recorrido circular de casi 25 km y 1600 metros de desnivel acumulado positivo de una belleza impresionante.

Organización
Buena organización este año no hay peros.

Muy bien:
- El balizaje; ha sido muy bueno, de los mejores que hemos visto. Realmente si hubo un punto conflictivo tras el último avituallamiento, aunque  la baliza estaba si faltó un voluntario en el cruce donde varios corredores se desviaron.
- Avituallamientos;todo muy abundante, era perfecto. Al llegar a meta había un guiso buenísimo al que solo le faltaba una cerveza (en 2016 nos daban una lata en la bolsa del corredor).

A mejorar:
- La página web; es necesario que las organizaciones de las carreras se den cuenta de que un corredor popular busca en la página de la organización una interacción rápida y en esta página hay muchos mensajes de corredores sin responder. Otras dos cosas que busca todo popular es que las clasificaciones y las fotos no haya que buscarlas por internet, si no que estén en la web de la carrera y cuanto antes mejor. Esto ya lo vemos en varias Trails, se centran en la página de Facebook y descuidan la página web oficial.

Nuestra carrera
Al igual que el año pasado íbamos cuatro representantes del Aborigen Trailrun Team; Gustavo, Pedro, Jose María y Juan. Salvo Juan que venía fuerte de Jarapalos, el resto teníamos como objetivo entrar dentro del corte.

La mayoría del grupo de trail Aborigen cuando nos planteamos una carrera trail, lo primero que hacemos es mirar el tiempo de corte de la carrera, en este caso eran 4h 20 min que se nos atojaban un tiempo exigente pero factible. La crónica la contaré yo Jose María.

Tras lograr aparcar en Zahara fuímos ya vestidos de "romanos" a por los dorsales, y por primera vez en mi vida, y espero que última, me he colado en la recogida de un dorsal. Llegamos a la plaza, vimos la mesa de los dorsales vacía y al acercarme el hombre me preguntó el número de dorsal, tras decírselo, mi compañero me advirtió que nos acabábamos de colar, entonces miré para atrás y ví la cola y pensé "tierra trágame" así que antes de seguir con la crónica, pedir disculpas.

Tras el bochorno del dorsal, me puse a esperar la salida al final del todo, ya que aunque realmente no tengo ningún problema en salir en esa posición, en esta ocasión lo ví más justificado. Se dió la salida y me puse al ritmo de los últimos ya que no tenía intención de adelantar a nadie. La salida del pueblo es en bajada por un kilómetro, luego un repecho en el que seguía de los últimos y una bajada por carril ancho donde empecé a apretar.


Creo que sería el kilómetro 2 donde ya empezaban las cuestas "de verdad" era una subida de unos tres kilómetros donde los pocos a los que había adelantado en la bajada me iban cogiendo, tras llegar a la primera cima, por el kilómetro 5, empecé de nuevo en la bajada a apretar gracias a que los corredores cuando me escuchaban me dejaban paso, por fin empecé a ver un grupo grande y a uno de mis compañeros, me pegué a él y llegamos al primer avituallamiento, cruzamos una carretera y llegamos a un tapón ya que era la parte que teníamos que andar unos metros sobre una tubería.

 

Tras pasar nosotros por la tubería, ya no podíamos hacer otra cosa que adaptarnos al ritmo del grupo ya que pasábamos por una zona que no estaba para ir adelantando.




Tocaba ir al ritmo del grupo, que tampoco era mal ritmo, aunque me preocupaba que cada vez que veía un cartel con el kilometraje y veía el tiempo en carrera calculaba que íbamos unos 10 minutos por encima del tiempo de corte previsto. Por el kilómetro 13 llegamos a la parte más alta del recorrido, donde tocaba hacer foto ya que los paisajes durante esta subida, realmente durante todo el recorrido, eran preciosos.




La bajada hasta el segundo avituallamiento fue disfrutar como enanos, íbamos Pedro y yo al ritmo de bajada impuesto por una corredora, el ir a la sombra de esta corredora nos hizo la bajada mucho más sencilla y divertida. Ya tras el segundo avituallamiento, viendo que seguíamos fuera del tiempo de corte  y sabiendo que aún nos tocaba  la subida dura, que yo conocía y la había bautizado como "la cuesta de zahorra", más la subida que habían añadido este año, opté por hacer lo que faltaba de bajada y de llaneo hasta llegar a la subida de zahorra solo, a un ritmo algo más rápido, ya que tenía que compensar en bajada el ritmo que sabía que luego llevaría en subida.


Así fue, a mitad de la cuesta de zahorra ya me iban adelantando el grupo con el que había bajado la primera parte y que dejé en el avituallamiento. Las subidas se me dan fatal, veo a la gente andar y yo tengo que ponerme a trotar en la subida para ponerme a ese ritmo de "andar", así que según avanzaba la cuesta el grupo se iba alejando.





Por fin llegamos al final de cuesta de zahorra y cerca del punto donde el año pasado ya era bajar por la carretera, pero este año nos desviaban a la izquierda por un nuevo recorrido que tras una dura subida unía con la primera parte del recorrido, yo diría que el tercer avituallamiento era el primero pero ni lo aseguro porque llegué frito. El tramo desde que nos desviaron en la cuesta de zahorra hasta el avituallamiento, se me hizo eterno y sufrí un dolor en la espalda baja  de esos que te hacen jurar y perjurar que nunca más harás un trail.

Tras llegar el avituallamiento y calcular que quedaban unos 6 kilómetros para meta y que seguía 10 minutos retrasado sobre el corte, me quedé un poco bloqueado ya que a pesar de saber que en algún momento llegaría una bajada, por ahora lo que veía seguía siendo subida. No fue hasta el kilómetro 22 donde ví la oportunidad de correr y tratar de, al menos, alcanzar a mi compañero Pedro que también se me había ido en la subida. Iba trotando a lo que podía sin mirar ya el reloj, con la esperanza de llegar en tiempo, así alcancé primero a Gus, al que no veía desde la salida,  y luego a Pedro que me comentó que ya era imposible entrar en tiempo, que lo mejor era esperar a Gus y entrar los tres a la vez.  Al final 4h 32min, aunque la organización con buen criterio abrió el tiempo de corte.

Mientras estaba sentado en la plaza al resguardo del viento comiéndome el menudo y tomando la lata de cerveza, les decía a mis compañeros que este era mi último trail que lo había pasado fatal en la subida "nueva", ya luego en el coche la conversación era sobre trails...